miércoles, junio 25

Agendado

La semana pasada conversaba yo vía messenger con un amigo a quien hace tiempo no veo. En la conversación mientras nos poníamos al día de nuestras vidas me dijo que quería verme y acordamos vernos el viernes por la noche cuando saliera yo de clases. Llegó el viernes –que fue un día de mucha jodidez- y le llamé una hora antes de salir para confirmar la cita.


Quedó entonces de devolverme la llamada y no lo hizo. Sin embargo, recibí un mensaje de texto que, por el contexto, supuse sería suyo aunque no tenía el número registrado, porque sé que tiene un celular del que desconozco el número.


El mensaje recibido a las cuatro de la madrugada del sábado decía lo siguiente:
¿Podemos vernos mañana o ya tienes planes?


Pensando que se trataba de E. (mi amigo) emití mi respuesta el sábado a las once horas:
Según yo el plan era vernos ayer viernes, hoy tengo clases por la mañana y tú fútbol en la tarde, no creo que coincidamos.


Mensaje recibido por mí el domingo por la noche:
¿Cuándo puedo verte?

Mi respuesta:
Yo creo que el jueves por la tarde . (Finalmente el lunes le dije que la tarde del martes la tendría libre y que si quería podíamos vernos)


Él quedó de avisarme el martes temprano si es que podría verme y, por la tarde, aún no había recibido su llamada. Como estaba medio aburrida le llamé. Me di cuenta entonces algo trascendental, no era E.


Terminé la llamada con rapidez y me quedé con la duda. Había dos opciones, podría ser X. el señor patán del que hace meses que no sé nada (y del que por supuesto, he eliminado su teléfono) o podría ser J., otro amigo reciente que tiene mi número pero yo no tengo el suyo.


Como odio quedarme con dudas, tomé un teléfono (que no era el mío) y marqué. Esta vez reconocí la voz, era X. La gran duda ahora es ¿tendré que dejar de aplicar mi medida de eliminar los números de los hombres con actitudes patanescas para evitar confundirlos

con mis amigos?

1 comentario:

Ernesto dijo...

Ahh que desagradable, la verdad.

Saludos