viernes, enero 28

Fantasmas vigentes

Tu fantasma sigue rodando mi cabeza, rozando mi cuerpo de vez en vez. Ha creado un místico desconcierto. Un hechizo  alimentado por la distancia. Y ahí, el chispazo de un diálogo espontáneo emerge de entre el polvo de meses que se hicieron años. Entonces la luz del entendimiento sacude las sobras del ambiguo recuerdo. No fuimos más que un intento desesperado. Ese algo disfrazado de amor que nos tomó por sorpresa. Fue el momento, caprichosa intersección del tiempo que nos hizo creer que podíamos estar juntos. El binomio de mi empeño y tu miedo a quedarte solo. Y sin embargo, mirábamos y andábamos hacia sitios distintos. Cada paso significaba el abandono del otro; pero el estatismo era renunciar a uno mismo. Aún así nos detuvimos. El sexo se tendió con toda su fragilidad entre nuestros mundos, en  vano intento por acercarlos. Sin conciliación posible el nosotros desaparecía ante el yo. ¿Qué somos hoy, más allá de la carne en desesperado encuentro, sino sólo una triste evocación de Babel?, ¿qué nos queda ahora de los ayeres diluidos en el caudal de estos presentes impares?, ¿Qué vínculo nos sobrevive, además del olvido acompasado e irremediable?

sábado, enero 1

Noche vieja


Son las diez y treinta y cinco de la noche. Es la víspera de año nuevo. Hoy amanecí en Alemania y algo me hizo pensar en ti. Otras ciudades europeas han quedado atrás: Madrid, París, Bruselas, Brujas, Amsterdam, Londres y Dublín. El año nuevo habrá de encontrarme aquí, en el frío sureste alemán. Es un invierno intenso,  hay nieve en las calles, a pesar de que ha dejado de nevar hace dos días. La mayoría de los turistas aquí, ahora, provienen de Italia; beben mucho y hablan rápido. A mí el clima me da ocasión para volver pronto a mi habitación y pasar tiempo aquí. Me da la oportunidad de pensar, y he pensado en ti. Pensé en aquella vez que salimos, la última. Me dijiste que era triste pensar que ya no podríamos volver a hacer aquello: salir, ver una película, beber un café, conversar. En ese momento, te dije que volvería y que podríamos hacerlo de nuevo. Te lo dije, y al hacerlo, estaba totalmente segura de ello. Ahora lo recuerdo y lo pienso de nuevo. Quizás eras tú el que tenía razón. Y sí, es triste. Tengo muchas ganas de verte, de conversar contigo, de contarte de cosas tontas como vestidos y zapatos, de hablarte de las cosas importantes, como de mis ganas de tener hijos (las irremediables ganas que no sé si me contagiaste o sencillamente florecieron justo cuando pisé tierras extranjeras). En fin. no quiero perderte entre mis letras, así que voy a concluir esto ya mismo, resumiendo: pensé en ti, te extraño y espero que ambos estemos equivocados y que pronto haya ocasión para vernos y conversar, bajo cualquier excusa, y evocar esa magia que hace que nuestras realidades tan distintas comulguen en un instante, quizás como antes.