martes, diciembre 30

Mitos malcurados


He de confesar que uno de mis traumas de la infancia fue que el Niño Dios nunca me trajo una linda muñeca cabbage patch... peor aún, un muñeco cabbage patch.

¿Qué niña no adoraba sus caras regordetas, sus ojitos luminosos, sus gestos dulces, sus deditos raros y su ropita ñoña?

Pues bien, mientras paseaba este año por los estantes de juguetería previo a fechas navideñas, me encontré un montón de Cabbage Patch dispuestos a ser adoptados por la módica cantidad de 600 pesitos.

Aún ahora muero por uno de estos muñecos que tenga por características particulares ser pequeño, sonriente, de raza negra y varón, además de esto, diré como nota cultural que hay muy pocos que sean así, por lo que no encontré ninguno en los estantes. Sin embargo, a pesar de contar con recursos propios para financiarme este tipo de caprichos me parece una obsenidad gastar mi dinero en un muñeco -mi hermana y mi cuñada que cuentan ahora con sus respectivos cabbage patch no son de la misma opinión-.

No obstante estoy dispuesta a recibir este invaluable regalo de cualquier alma bondadosa que tenga a bien hacer uso de su tarjeta de crédito para pagar 40 dólares más envío y regalarme un hijo de ficción dándole click aquí.

Y si eso no ocurre, pues ya tendré un hijo negrito o al menos uno que le tire al morenito charoleado pa quitarme las ganas...

2 comentarios:

no descansamos en nada dijo...

Yo sí tuve un Cabbage patch, pero era un bebé. Eran la onda, tenían su pelito bien acá y olían bien rico. Aparte tenían el ombligo saltón y la pompa firmada. Ja.
Ahora lo tiene mi sobrina, pero por lo menos no me quedé tan con las ganas. Jojo.

Gaal Dornick dijo...

"Y si eso no ocurre, pues ya tendré un hijo negrito o al menos uno que le tire al morenito charoleado pa quitarme las ganas..."

Ups, te sale mas bara comprarte el mendigo monito por 600 varos! jijijijiji