martes, mayo 26

After all I am on my road


Después de haberlo deseado por años (ocho años para ser exactos). Después de enfrentarme, por enésima vez con el idioma con el que nunca he podido dialogar de manera diplomática. Después de pasar las tardes de un salón de clases lleno de adolescentes. Desistí a solicitud velada de un novio-promesa de marido. Tras pagar el costo de haberme desgarrado el corazón y roto la cabeza, retomé el rumbo en la sala de una maestra particular haciendo las pases con el señor Inglés. Volví a entusiasmarme con un hombre que no quiso quedarse por temor a mi sueño. Aprobé el primer examen sin pena ni gloria. Inicié los engorrosos trámites de beca. Apunté la brújula al sur donde las calles de Cortázar olían a café y poesía, a tango que me esperaba. Me aferré a la lucha encarnizada por mi objetivo. Respondí a preguntas de todo tipo; ¿por qué una chica tan guapa, inteligente y agradable como tú no tiene novio? preguntó ella a mitad de la entrevista. Me encontré un príncipe azul que solicitaba ocupar la vacante en mi vida. Tuve que apuntar la brújula al norte para seguir adelante. El príncipe se quedó en el camino mientras yo invertía mi tiempo y mi dinero en un futuro tan incierto como deseado. Reconocí a un Principito que hace alquimia conmigo y que tiene entre sus mejores virtudes la de no ser perfecto.

Hoy, después de ocho años de soñarlo. Tras haber perdido un cuasi-marido, un cuasi-novio y un novio en el camino (por mencionar los importantes). Después de haber invertido una cantidad de dinero con la que ya hubiera cubierto el 50% de una casa o un departamento. Tras haber leído en tres ocasiones un “I regret to inform you that the department did not recommend your admission for the coming year” y haberme memorizado las líneas del rechazo. Finalmente hubo un “You have been admitted”.

El sueño se cumple. Maestría en el extranjero con todos los gastos pagados. Estadía pseudo-vacacional en Texas por dos años. Y más que alegre, confieso, estoy aterrada.

Ya lo dice Sabina: quiero y no puedo/ pisar el acelerador,/ mirando en el retrovisor/ los semáforos del miedo.

4 comentarios:

no descansamos en nada dijo...

Pero qué no también dice Sabina "que gane el quiero la guerra del puedo"?

Realmente el no ser perfecto es una de las mejores virtudes.

no descansamos en nada dijo...

Además, ¡felicidades, Susie! Por todo, todo, todo.

Odracir dijo...

OOOOOOOO MUCHAS MUCHAS FELICIDADES BELLA SUEEEE... un sorbito de café a tu salud...

Anónimo dijo...

suena peligroso dejar el confort de lo conocido y aventurarse en un lugar diferente y nuevo.. suena temeroso el dejar personas y cosas inconclusas
pero a pesar de los miedos a dejar o a iniciar...FELICIDADES POR ESTA OPORTUNIDAD Y GRAN SALTO QUE ESTAS DANDO..todo tendra su peso especifico y veras que es bueno...