martes, septiembre 29

American Style


Mi casa tiene todas esas cosas que tienen las casas americanas: un techo parteaguas, un buzón para correo, alfombra, percianas, estufa elétrica, secadora de ropa, lava-vajillas, aire acondicionado y calefacción, clósets (que parecen en sí mismos otra habitación),
tina de baño, mucha comida pre-preparada en la alacena y una cantidad considerable de comida rápida en el refri, publicidad en papel que no para de llegar y un montón de aparatos eléctricos que pueblan la cocina y que rara vez son utilizados por las inquilinas de este humilde apartamento (horno eléctrico, tostador, cafetera) sin contar aquelos que son utilizados con mayor frecuencia: arroceras (de las que luego hablaremos a detalle), horno de micro-ondas y licuadora.


Pero hay una cosa que me molesta sobremanera de esto, esa extraña -aunque comprensible costumbre de los gringos -especialmente los de ascendencia asiática- de quitarse los zapatos antes de pasar a la alfombra. Vamos, que no me molesta que se los quiten, me molesta que los dejen ahí por días o semanas (que parece que se volverán meses)

Como ven la foto ilustra doce pares de zapatos en la sección previa a la alfombra; sin contar los otros cuatro pares de zapatos que están en el clóset de la entrada. Al momento en que la fotografìa fue tomada sólo había zapatos de mis roommates, que son cuatro, lo que significaría que cada una de ellas ha dejado ahí cuatro pares de zapatos; sin contar que dos de ellas tienen visitas constantes de sus novios y otra visitas de un pretendiente que han derivado en una cantidad de más de 20 pares de zapatos en esta área. ¿Qué quiero decir con esto? que ese maldito tiradero me molesta y mucho, que no entiendo por qué carajos la gente no puede guardar sus zapatos en su clóset en vez de dejarlos ahí tirados y que por eso salgo por la entrada independiente de mi recámara en lugar de por la puerta principal de la casa.

En fin, creo que lo que estoy tratando de decir es... ¿a alguien más le molestaría esto?

lunes, septiembre 14

La condena a la asexualidad

La condena a la asexualidad se resume de la siguiente manera:

Los hombres atractivos están casados... los hombres brillantes son feos... los hombres simpáticos son gays... los que se interesan en mí, me acosan y por si fuera poco he superado mi etapa lésbica hace mucho.

Así que la regunta viene a ser la misma, ¿como ahí qué?

Una razón para ser racista

PRIMER ACTO:
Chico hindú se me aproxima en la sesión de orientación para alumnos internacionales. Me saluda, me pregunta qué estudio y de dónde vengo. Él supone que en México hablamos inglés; yo pienso que su cultura general es escasa. Me dice que deberíamos ir a caminar por la noche; ante la falta de mejores planes, acepto.

SEGUNDO ACTO:
Él llega una hora tarde. Salimos a caminar por la noche. –La alberca se ve muy romántica por la iluminación ¿no te parece?- preguntó –No me considero una persona romántica- le respondí. Me preguntó si había cenado, le dije no. Me propuso que fuéramos a mi apartamento para que yo pudiera cenar algo y el hambre accedió ante la propuesta antes que la razón lo sopesara.
TERCER ACTO:
Yo comía cereal, él se acercaba cada vez más a mí. De pronto quiso besarme, me rehusé. Quiso besarme a la fuerza; pensé en romperle los huesos pero a cambio me tire un discurso de estos de: no estoy lista, no es lo que quiero, deberíamos de conocernos mejor y de ahí pasé al: no quiero besarte porque no quiero y ya y no sé si mi inglés es muy malo pero estoy diciendo NO. Se fue de mi apartamento casi a las dos de la mañana, no sin antes insistir en que quería quedarse a dormir en mi recámara (ja!).

CUARTO ACTO
El cambio de estrategia. El tipo se topa conmigo en todos los lugares de la universidad por los que me paseo. Y cada vez me presenta a alguien nuevo, particularmente mujeres. Espera verme celosa, pero a cambio le sonrío a las chicas y converso brevemente con ellas, mientras espero que alguna de ellas se interese en él y que deje de buscarme.

QUINTO ACTO (y derivados)
El acoso definitivo. 1. Me llama a las 11:30 pm una de mis compañeras de apartamento y lo pone a él al teléfono. Me pregunta dónde estoy, qué estoy haciendo, por qué no estoy en mi apartamento. Le digo que estoy ocupada y termino la llamada. 2. Días después me aborda en el edificio de estudiantes y le digo que he vuelto con mi ex novio y que él me ha pedido matrimonio. El hindú pregunta: Has pensado en mí, en un sentido romántico? Trato de responder claramente con un NO. 3. Sabe que pasaré el fin de semana en casa de mi tía. Le digo que llegaré entre el lunes o martes. Llego el lunes, por supuesto. A los cinco minutos (a los cinco minutos!) de haber entrado al apartamento tocan a la puerta, era él. Le dije que estaba con mi tía y que no podía recibirlo. Se va. 4. Toca a la puerta de mi dormitorio a la media noche un miércoles. Estabas dormida? me pregunta. Claro que estaba dormida!, le respondo y en un tono recriminatorio pregunto: por qué no llamas antes de aparecerte aquí? Él me da una explicación de esas del tipo de: dejé el celular en mi casa y como pasaba por aquí pensé que… luego empieza a disculparse y yo le cierro la puerta en las narices.

Ahora planeo cómo asesinarlo en caso de que vuelva a aparecerseme...