jueves, agosto 27

Las tantas cosas a tan pocos días

(Una de las salas del edificio de estudiantes en la que paso mucho tiempo)
Son muchas las cosas que han pasado durante las dos semanas que tengo aquí. He conocido a familia con la que no había convivido antes, me he enfrentado a lo que es vivir fuera de la casa paterna, he reconocido la importancia de lavar los trastes justo después de usarlos. He revalorado el sentido de la intimidad. He luchado contra mi miedo a expresarme en este idioma. He tenido mi primer cena romántica (de la que quería salir corriendo a toda costa), he tenido mi primer cena de amigos (de la que no quería irme), he bebido vino, he tomado café, me he quedado sin leche justo cuando la semana termina y he sacado la basura del apartamento una vez por semana.

He sido acosada por un hindú y por un pakistaní, este último catorce años mayor. Uno dice que me ama; el otro él dice que soy hermosa y sencilla. Me mantengo escéptica e impersonal. Al parecer tengo pinta de española o brasileña, no de mexicana. He andado de un sitio a otro en shorts sin dejarme vencer por el calor. Me he reencontrado con Cortázar. He comido hamburguesas vegetarianas. Me he sentido torpe y vieja. He vuelto a cocinar. Me he notado astuta y noble.

Un hombre negro se molestó conmigo porque le sonreí; otro me gritó un “hey! Sweety!” en el tono en el que un mexicano te dice “adiós, mamacita”. Ahora camino sin ver los rostros de la gente, sin sonreírles.

He visto llover (aquí, donde es desierto). No he llorado, aún. He estado meditabunda. Hay maneras de recompensarse a uno mismo: una copa de vino, una charla nocturna y honesta en el balcón, una canción de Vicentico, un halago sutil y sorpresivo, un sueño compartido entre letras.

Pero nada como la voz de un amigo sincero haciéndose cercana; la capacidad de compartir risas aunque sea a través de una línea telefónica; las palabras que alguien te dedica desde su oficina simplemente porque piensa en ti; el desvelo acompañándote al otro lado del mundo; tu sobrina de tres años pidiendo que ya vuelvas de la escuela. Saber que tienes un propósito, uno grande.

jueves, agosto 20

And it was at night


August 17th, 2009
A las 21:04 horas terminas en la banca de madera, frente al estacionamiento, a un costado de los buzones de todo el edificio. Respiras profundo. Has terminado de doblar y colgar ropa, de poner los zapatos en orden. Todo ha resultado a pesar del incidente con el lavaplatos y del otro, el más absurdo (y mucho más vergonzoso), con el abrelatas.


Ahí, con sandalias y shorts, un vaso de té helado de yerba buena por compañía y el capítulo 85 de Rayuela dando vueltas en tu cabeza. Casi no hay estrellas visibles, pero ahora entiendes mejor aquello que tu profesora de la primaría describía como “desierto” cuando hablaba de ecosistemas; sólo que ahora todo luce más sofisticado.


El hindú que te ofreció ir a caminar por la noche (¿qué más se puede hacer dadas las circunstancias?) te espera conectado mientras tú careces de una conexión a internet (y sin sospechar el acoso que te espera por parte de él). El chino te mira desde el tercer piso y el americano rubio sigue sentado a tus diez en punto sin animarse él a decir hola o tú a pedirle una cerveza.


Ves los aviones ascender y descender a la distancia. Gente que se ríe con otra gente de su misma raza. Tú y tu idioma (que empieza a desvanecerse de tus pensamientos); tú y tu nueva vida que acaso necesita a alguien con quien quejarse del clima; a quién contarle lo lindo que ha quedado el apartamento; con quien reírse por alguna tontería o simplemente atreverse a añorar una lejana voz masculina recitando algunos versos.
Y te desvaneces en suspiros, nocturnos y silentes suspiros.

sábado, agosto 15

La verdad, toda la verdad y nada más que la verdad



Pues este encargo me lo hizo el buen Pig y vengo a atenderlo aunque con un poco de retraso. He pensado en cosas de mí que casi nadie sepa así que voy a intentar llegar a las diez confesiones. Veamos si lo logro:


1. He besado a tres mujeres (cada una por distintas circunstancias)

2. Jamás he dicho te amo. Sólo una vez lo sentí al grado de decirlo, sin embargo, ya no tenía sentido que lo dijera ya, dadas las circunstancias

3. Una de las partes favoritas de mi cuerpo son mis boobies pero nunca lo digo porque cuando lo menciono, la gente inmediatamente voltea a verlas

4. Soy pésima (casi ridícula) cuando intento seducir a alguien en persona pero el coqueteo verbal (cía telefónica) o por escrito es mi fuerte

5. No importa que un hombre sea poco agraciado, si resulta ser inteligente y afable, termino por verlo guapo

6. Estoy en una etapa de mi vida en la que ya no sé si quiero casarme alguna vez o tener hijos

7. Tengo toda la intención de hacerme una sesión fotográfica de desnudos, algún día

8. Cada que hablo en ingles me doy cuenta de que hablo con pésima gramática y mala ortografia pero me enorgullece darme a entender a pesar de ello

9. He visto tantos asiáticos (y asiáticas) en los últimos dos días, que empiezan a parecerme una raza atractiva

10. La última vez que bailé salsa con un desconocido, el señor me tocó el trascero un par de veces. Bailaba tan bien que no dije nada.


*Que levante la mano el que no alucinó

(al menos un poco) con el punto número uno*


No le dejo el encargo a nadie más. Ya cada quién irá mostrando sus verdades, a su tiempo.

lunes, agosto 3

Matamos lo que amamos/ lo demás ho na estado vivo nunca

Has sido vos quien lo ha dicho. Yo no quisiera estar de acuerdo con ello, pero sé rendirme ante las evidencias. Hay tanto tuyo en mí y mío en vos que nos conocemos a pesar de las caretas. Te entiendo y vos me entendés, incluso cuanto te negás a entenderme. Vos sabes que siempre fui un paso adelante aunque al final te dejé llevarme por el camino, a tu manera, a tu tiempo. Sé lo que vos no sabes, lo que vos no quieres. Sé como te niegas, como te evades. Sé que te asusta que entre nosotros existan esos puentes que no existieron con nadie más. Sé que las complicidades nuestras las amas y las detestas por igual. Sé que odias que me entregue a vos a cambio de que no quieras atarme. Sé que huyes de mis brazos, que a mí y sólo a mí dejas de sostenerme la mirada cuando mentís. Sé que te duele y que por eso pretendes que no pasa, que no existo, que no importo. Y sabes que lo sé, y queres odiarme por ello pero a cambio te odias a ti mismo y al final tu deseo pretende aniquilarme. Ven entonces con tus manos de acordes torpes y tu voz de indiferencia; ven con tus ojos que temen al amor que hay en los míos; ven a decirme que me abandonas porque temes que sea yo quien te abandone; ven a desgarrar mis sentimientos a sangrarme en las letras a azotarme con tus olas de indiferencia; ven a decirme que no te importa que te diga que no quiero estar con vos cada vez que me lastimas; ven a arrancarme de tu cuerpo, a negarme tus caricias, a deshacerme el corazón a puñaladas. Ven con alevosía y ventaja, con tus planes de vida nueva a ser ese que no eres ni serás. Ven que aquí te espero, dispuesta a que me destroces, a que me humilles. Ven a recitarte en voz alta los argumentos inútiles con los que no te convences, ven y aséstame la estocada final. Ven, porque ambos necesitamos que no me tengas piedad, que no detengas tu odio, que no dejes que nada mío te habite. Rómpeme, lastímame, destrúyeme y convéncete de una vez, ante los restos de mi ser, que a quien odias a ti mismo. Así y sólo así sabrás que me amas. Así y sólo así renaceré fuera de la sombra de este amor tan tuyo.