NOTA PRELIMINAR: Esta entrada es muy muy extensa porque detalla muchas cosas. La idea es compartir un poco de lo que viví en el concierto, con aquellas personas que gusten pasearse por aquí y dejar que las letras los acerquen a la presencia de Sabina, a la experiencia de verlo en vivo.
Dedicado a Paco, a Valenzuela, a Leonardo y a todos aquellos que se sumen a esta complicidad a través de mi crónica. Y a Perla que estuvo ahí, aunque se burle de cómo grito de emoción y de lo mal que canto.
El hombre del traje gris subió al escenario puntual, con sombrero, bastón y maleta y el viaje empezó con los acordes de Aves de Paso a las flores de un día, que no duraban, que no dolían, que te besaban que se perdían… rezaba el coro para después incluir la lista donde cualquier chica encontrará su categoría: A Justine, a Marylin, a Jimena, a la Mata-Hari, a la Magdalena, a Fátima y a Salomé.
Después los desgarradores acordes que, en su romanticismo me trajeron de vuelta momentos, aromas, sueños imposibles que fueron posibles alguna vez. Una de las canciones más hermosas de Sabina, una de las pocas que cuenta la complicidad de amar a alguien justo en el momento en que ése alguien nos corresponde. Soporté sin lágrimas las frases de la primera parte desde la línea de inicio: ahora que, nos besamos tan despacio… ahora que te desnudo y me desnudas… ahora que, nada es sagrado, ni sobre mojado llueve todavía… ahora que las tormentas son tan breves y los duelos no se atreven, a dolernos demasiado... a éste punto la garganta cerrada me impedía cantar y luego llego la frase y esa letra (¡una sola letra!) que cambió todo el sentido del ahora que casi siempre tengo ganas, de trepar a tu ventana y quitarte el antifaz.
Vino la tercera canción de la noche. Y hubo alguien en quién pensar, y en quien seguir pensando siempre que la escuche. Supe de inmediato que ésa era la canción que prometí dedicarle mientras la voz de Sabina iba desgranando cada letra: Que no arranquen los coches, que se detengan todas las factorías, que la ciudad se llene de largas noches y calles frías… porque voy a salir esta noche contigo… y aún lo digo así: que se muera el olvido… porque voy a salir esta noche contigo, se quedaran sin coartada los criminales y serás mi invitado en paraísos artificiales… y seremos los gatos más canallas de los mortales. Esta última frase, es una promesa.
Con el afán de complacer a Perla, Sabina siguió con Mentiras Piadosas diciendo yo le quería decir que el azar se parece al deseo, que un beso es sólo un asalto y la cama es un ring de boxeo, que las caricias que mojan la piel y la sangre amotinan se marchitan cuando las toca la sucia rutina… Y así fue como aprendí que en historias de dos conviene a veces mentir que ciertos engaños son narcóticos contra el mal de amor. Y ahí nosotras, soa chicas tapatías que aún no comprenden si es mejor que nos cuenten la verdad o nos hagan creer un par de mentiras.
Y continuó el andaluz contando hasta Siete Crisantemos que si alguna vez he dado más de lo que tengo, me han dado algunas veces más de lo que doy. Tan cierto como eso de que puede que no exista el sitio a dónde voy ¿o alguien tiene la certeza? Atinado como suele serlo, Joaquín rezaba: lo bueno de los años es que curan las heridas, lo malo de los besos es que crean adicción. ¡Apelo a los años que me faltan, aunque me duelan los besos que no doy!
Y de pronto sonaba la guitarra conduciéndonos a la posada del fracaso donde no hay consuelo ni ascensor, el desamparo y la humedad, comparten colchón. Y todos a coro vaciábamos la garganta preguntando ¿Quién me ha robado el mes de abril?, ¿cómo pudo, sucederme a mí?
Después hubo un alto donde Sabina explicó haciendo poesía “…Vine con tequilas a igualarme en el lenguaje. Bajo del ascensor con mucho estilo/ me arreglo en Coyoacán mi paliacate/ burlo la amargura del destino/ por el camino real de mi paraje/ me espera el epitafio de Sabines los muertitos de hambre con canana/ las malinches que besan gachupines…” y más de alguna malinche gritó extasiada. Y la música nos condujo por El Bulevar de los Sueños Rotos donde …se escapó de una cárcel de amor, de un delirio de alcohol, de mil noches en vela y sin duda alguna me sumo a la procesión ésa por la que desconsolados van los devotos, de San Antonio pidiendo besos.
Después en Pie de guerra, con la primera canción que Joaquín deshojó, de su último disco, Alivio de Luto, como todas las guerras que lidiamos en la cotidianidad de nuestros días cuando la realidad se burla de la esperanza (¡es que a mí me ha traído tantos recuerdos!) haciéndonos ver, lo que iba a ser, la mierda que ha sido. Al final sólo resta decirnos puestos a desangrarnos tú contra yo, ¿por qué no hacemos las paces?.
Llegó el abstract de la noche con Resumiendo porque nos tocaba crecer y crecimos, vaya si crecimos, cada vez con más dudas, más viejos, más sabios, más primos, pero todo se acaba, ya es hora de decirte ciao, me ha citado la luna en Corrientes esquina Callao.
Mientras nuestro siempre bien amado gachupín descansaba un poco la garganta, Pancho Varona nos llevó de la mano con su guitarra por las notas de Cielito Lindo. Para después enlazar con las partituras de Conductores Suicidas donde todos nos preguntábamos retóricamente ¿cómo te has dejado llevar a un callejón sin salida?.
Olga Román salió al quite entonces con una canción titulada Marilyn Monroe que, en los 80´s, hiciera famosa Ana Belén, en la que intervinieron todos los miembros de la nombrada por Sabina Banda del Titanic, porque, según dijo “ellos siguen tocando mientras yo me hundo” para tener sus minutitos de protagonismo en esa noche que salpicaba magia.
Pancho Varona tomó el micrófono después para decirnos que a continuación nos cantaría una copla que tuvo “el honor de componer junto con Sabina y el Subcomandante Marcos” y empezó con los acrodes de Cómo un dolor de muelas que, a mi gusto, pasó sin pena ni gloria y que sólo sirvió para que el público tomara un respiro.
Fue así como, mientras todos afinaban las cuerdas vocales, Joaquín descansaba las suyas para volver después al escenario y decirnos a todos: disculparán ustedes pero yo organizo mi repertorio como mejor me conviene, y por eso ahora va a cantar alguien que sí sabe. Y Olga salió de los coros para porotagonizar el momento mientras las palabras le fluían desde el Me lo dijeron mil veces, mas yo nunca quise poner atención. Cuando vinieron los llantos ya estabas muy dentro de mi corazón hasta el Eres mi vida y mi muerte, te lo juro, compañero, no debía de quererte, no debía de quererte y sin embargo te quiero...
El público se desató cuando Joaquín volvió a la carga aprovechando la estupefacción y deleite de los presentes y cantó: de sobra sabes que eres la primera que no miento si juro que daría por ti la vida entera, por ti la vida entera y sin embargo un rato cada día ya ves, te engañaria con cualquiera … que terminó por volverse tan desoladora y triste después del estallido alegre y esperanzador de aquél y cuando vuelves hay fiesta en la cocina y bailes sin orquesta y ramos de rosas con espinas, pero dos no es igual que uno más uno y el lunes al café del desayuno vuelve la guerra fría y al cielo de tu boca el purgatorio y al dormitorio el pan de cada día.
Muchos rompiendo en aplausos, otros en llanto, mantuvimos el sentimiento, tranquilamente sentados en nuestras butacas hasta que Sabina cantó, guitarra en mano, los últimos versos de Calle Melancolía ...trepo por tu recuerdo como una enredaderaque no encuentra ventanas donde agarrarse, soy esa absurda epidemia que sufren las aceras, si quieres encontrarme, ya sabes dónde estoy. Pero no, definitivamente es que a veces cuando queremos que nos encuentren, no quieren encontrarnos.
Y aprovechando la tristeza los Pájaros de Portugal fueron evocados en voz de nuestro cantante porque no conocían el mar y se les antojó más triste que en la tele, pájaros de Portugal, sin dirección ni alpiste ni papeles… y yo coincido qué vacío deja la ansiedad… qué pequeña es la luz de los faros de quien sueña con la libertad.
Entonces Sabina nos regaló Una canción para la Magdalena y advirtió que si, a media noche, por la carretera que te conté, detrás de una gasolinera donde llené, te hacen un guiño unas bombillas azules, rojas y amarillas, pórtate bien y frena porque ella es dueña de un corazón, tan cinco estrellas, que, hasta el hijo de un Dios, una vez que la vio, se fue con ella. Y nunca le cobró la Magdalena.
El Auditorio Nacional se fundía en un mismo ritmo dejando escapar uno que otro suspiro cuando Joaquín continuó Algunas veces vuelo y otras veces me arrastro demasiado a ras del suelo... y todos recordamos esos días en que el alma necesita un cuerpo que acariciar porque algunas veces busco un adjetivo inspirado y posesivo que te arañe el corazón. ¿A quién no le ha pasado eso de duermo y dejo la puerta de mi habitación abierta por si acaso se te ocurre regresar?... y algunas veces suelo recostar mi cabeza en el hombro de la luna y le hablo de esa amante inoportuna que se llama soledad y antes de acabar la canción la voz de Sabina tejió con ritmo una confesión: nos sirvió para el último gramo, el cristal de su foto de boda, no faltó ni el desfile de moda de ropa interior y sigo pensando en eso de hay caprichos de amor que una dama no debe tener. Y después … ¿para que mas detalles? ya sabéis… copas, risas, excesos, ¿como van a caber tantos besos en una canción?. Siempre es Peor para el Sol.
Como si todos nos hubiéramos bebido los tequilas que él se bebió para aliviar la garganta empezamos a decir yo no quiero un amor civilizado... yo no quiero París con aguacero, no Oaxaca sin ti… lo que yo quiero corazón cobarde, es que mueras por mí. Y morirme contigo si te matas y matarme contigo si te mueres porque el amor cuando no muere mata porque amores que matan nunca mueren.
Pero antes de que el ánimo se estacionara en irreparable melancolía Joaquín dió una vuelta de tuerca haciendo que nos levantrátamos del asiento a cantar con La del pirata cojo con pata de palo, con parche en el ojo, con cara de malo, el viejo truhán, capitán de un barco que tuviera por bandera un par de tibias y una calavera. Y así se retiró del escenario al igual que sus músicos dejándonos con la adrenalina a tope y un tanto desconcertados, temiendo que hubiera llegado el final.
Fue Antonio García de Diego quien volvió a acariciar el teclado y contarnos: puedo ponerme cursi y decir que tus labios me saben igual que los labios que beso en mis sueños, puedo ponerme triste y decir que me basta con ser tu enemigo, tu todo, tu esclavo, tu fiebre, tu dueño. Y si quieres también puedo ser tu estación y tu tren, tu mal y tu bien, tu pan y tu vino, tu pecado, tu dios, tu asesino... y de la adrenalina a tope y el brincoteo rítmico nos fue deshaciendo en el asiento con la musicalidad de estas palabras que nos arrancaron un sincero aplauso y algún suspiro cuando entrecerrábamos párpados y se nos llenaban de flash backs. ¿Cuántas veces hubiéramos querido decir lo mismo?
Los músicos se amotinaron de nuevo en el escenario y Olga estalló con sutileza la potencia de su voz como si contase un cuento de Hadas que desde que empieza termina muy mal con su hay una lágrima en el fondo del río, de los desesperados, Adán y Eva no se adaptan al frío llueve sobre mojado. Bla, bla, bla, bla, bla, bla, bla, ya no sabe a pecado, bla, bla, bla, bla, bla, bla, bla, llueve sobre mojado para que Sabina se sumase con la siguiente estrofa a la que le cambió la segunda línea (me fue imposible captar lo que dijo). Sin duda perdí la cabeza con eso de dormir contigo es estar solo dos veces, es la soledad al cuadrado, todos los sábados son martes y trece, todo el año llueve sobre mojado. Bla, bla, bla, bla, bla, bla, bla, cada cual por su lado, bla, bla, bla, bla, bla, bla, bla, llueve sobre mojado.
Y de ahí enlacé el sentimiento de jodidez a elevadísima potencia cuando escuché: entre la cirrosis y la sobredosis andas siempre, muñeca. Con tu sucia camisa y, en lugar de sonrisa, una especie de mueca y es que a veces uno se queda con tantas ganas de decir: ahora es demasiado tarde, Princesa, búscate otro perro que te ladre… Por si fuera poco, la jodidez se trasladó de lo circunstancial a lo personal con la siguiente canción, tantas veces dije que ni yo bordo pañuelos ni tú rompes contratos ni yo mato por celos ni tú mueres por mí sabiendo que es tan cierto que como pago al contado nunca me falta un beso pero cada vez son más tristes las canciones de amor.
Si él lo hubiera querido, hubiera sido suya en mente, cuerpo, alma y voz, desde el primer acorde hasta la última letra. Amé verlo en vivo con sus (mis, nuestras) 19 días y 500 noches. Lo nuestro duró, lo que duran dos peces de hielo en un on the rocks, en vez de fingir, o estrellarme una copa de celos, le dio por reír… Dijo hola y adiós, y, el portazo, sonó como un signo de interrogación. No pidas perdón, ya estás perdonado, porque ya no me importa, siempre tuve la frente muy alta, la lengua muy larga y la falda muy corta.
Escuché entonces esa canción dedicada a Chavela Vargas a la que, Sabina dice no creerle aunque ella insista en que va a retirarse porque también dice que no va a casarse con él, pero él cree que sí. En lo personal, no me gustaba. No hasta ahora que entiendo su magia, sus buenos deseos, la manera en que Joaquín escribe estas convicciones, lo justo de cada letra, la exactitud de las palabras y bueno… ahora es una de mis favoritas y sigo esperando Que las verdades no tengan complejos, que las mentiras parezcan mentira, que no te den la razón los espejos, que te aproveche mirar lo que miras… que ser valiente no salga tan caro, que ser cobarde no valga la pena. Que no te compren por menos de nada, que no te vendan amor sin espinas, que no te duerman con cuentos de hadas, que no te cierren el bar de la esquina.
Joaquín volvió al micrófono sentado sobre su silla para decir “nos gustaría seguir la fiesta pero estamos afectados de salud” así fue como introdujo su despedida para rematarla haciendo lo que nos encanta que haga …nos dijimos adiós, ojalá, que volvamos a vernos…
Música, baile, canto, sudor, lágrimas, suspiros, promesas, recuerdos, poesía… todo fue al final, un derroche de magia cómplice a lo largo de más de dos horas y media y veintiocho canciones. México estuvo completo ahí en miles de personas que llenamos el lugar para hacernos uno con ése andaluz.
Él lo ha dicho: nosotros solemos irnos y venirnos. Pero entre irnos y venirnos, nos gusta más venirnos, sin duda.
Yo coincido, como asi siempre con él y que así sea.