miércoles, septiembre 27

Cíclos: ¿somos una rueda de la fortuna?

Me he pasado algunos días intentando entender el por qué las personas que pertenecieron a tu pasado suelen decidir reaparecer en tu vida con la pretensión de formar parte de ella nuevamente, por qué los personajes de temporadas pasadas regresan. Haciendo memoria repasé las historias que he vivido y tal vez ahora me quedan más preguntas que respuestas.

E, mi novio de la primaria y yo terminamos la primera vez porque a él se le ocurrió hacerme un reclamo absurdo que incluyó más de algún jaloneo hacia mi persona delante de nuestros compañeros y amigos y que terminó en la revelación de su estúpida equivocación y mi voz resonando en las orejas de todos los presentes diciéndole que no quería saber más de él, mientras le aventaba a la cara el anillo que me había regalado. Después de un mes en el que E hizo todo lo habido y por haber para que volviera con él, accedí. Meses después me dijo que no podíamos seguir siendo novios porque yo le aventajaba en edad por unos meses; yo le dije que estaba bien, y lo dejamos así.

Después de que E decidiera dejar de hablarme tras el rompimiento, me buscó insistentemente y me confesó que la novia de la que tanto hablaba con todos era una novia imaginaria y que en realidad sólo quería estar conmigo, así que volvimos hasta que se le metió en la cabeza que yo había besado (cosa que ni siquiera hacía con él) a un compañero que se mostraba interesado en mi. Cansada de todo, le dije que si no podía confiar en mí no tenía caso que estuviéramos juntos y esa fue la última vez que terminamos. Terminada la primaria coincidimos una vez, tres años después en un restaurante, yo con mi familia, él con su novia; nos saludamos y ya nunca nos volvimos a ver.

La siguiente ocasión llegó años más tarde. Tendría unos 14 ó 15 años cuando conocí a A, un gran amigo de mi hermano que vivía cerca de casa. Él me lleva doce años y en realidad tardamos de dos a tres años en ir más allá de los límites de la amistad. Todo en la mayor discreción para que nadie sospechara. Él tuvo que mudarse a una ciudad lejana y aunque nos veíamos más o menos una vez al mes, me gustaba quererlo. Un buen día gracias a mi hermano me di cuenta de que la vida de A no era más que una apariencia sostenida por alfileres de mentiras y entonces lloré como Magdalena y decidí que no tenía caso que las cosas siguieran adelante. Así que, muy a mi manera me despedí de él la siguiente ocasión que nos vimos y le dije que siempre sería bien recibido en mi casa, porque para eso son los AMIGOS, ¿no? Dos meses después él se fue del país.

Llegó así mi etapa universitaria, mis diecinueve años y una coincidencia por la que un día J y yo terminamos conversando. El chico, a pesar de ser mi antitesis de hombre ideal en aquél momento, logró convencerme de ser su novia tras casi cuatro meses de acoso, digo, cortejo. El calvario, digo, noviazgo, duró un mes y dos días. Dos meses después él terminó matriculado en la misma universidad que yo, coincidentemente en el turno vespertino y por si fuera poco sus clases eran en un salón que estaba a unos pasos del mío. Acosó a maestros y compañeros comunes con preguntas sobre mí; aunque a mí me exigió que ni siquiera lo saludara al topármelo en los pasillos. Hubo algunas discusiones entre nosotros, especialmente porque a mí me gustaba B un chico que trabajaba en la biblioteca y J lo sabía. Por fin, después de ese cuatrimestre J salió de mi vida (o al menos de mi campo visual).

Con B las cosas eran lindas. Estudiábamos la misma carrera aunque él me aventajara 3 cuatrimestres. Nos gustaban los libros y yo me escapaba constantemente a saludarlo, ya fuera entre clases o antes de irme a casa. Nos hicimos amigos y un buen día me dio por sincerarme. Él me decía que no era el momento, que no estaba listo para una relación “todavía” y yo, tan ingenua le dije que no había prisa. Así que esperé, y esperé y esperé, y escribí poemas, y me hice amiga de su hermana y lo invité a las bodas de plata de mis papás y le hice su tarea y esperé hasta enterarme que vivía perdidamente enamorado de su mejor amiga y que llevaba años intentando que ella fuera su novia. Entonces desistí; no por el hecho de que él la quisiera sino porque me sentí traicionada después de haber sido tan sincera con él y de que él haya mantenido sus intenciones hacia ella ocultas para mi. Por fin supe que a seis meses de que yo me fui de su vida, ella finalmente le dio el sí.

Un tiempo después apareció C, era divertido hablar con él, trabajábamos juntos y coincidíamos en algunas cosas. De pronto me di cuenta de que me gustaba mucho y de que su compañía me era grata y él se interesó en mí. Después de unos tres meses de risas y coqueteo por fin lo dejé besarme y lo adoré porque, a pesar de ser la primera vez, me besó como siempre había querido que alguien me besara. Los besos siguieron y las emociones en mí se desataron, así que una semana después le dije que lo quería y que me interesaba estar con él a lo que él respondió que él no se quería enamorar. Lo medité y me dije ¿por qué no? y terminamos en una relación de free que duró diez meses en donde me lastimó y lastimé y a la que decidí poner fin sabiendo que los daños (para ambos) podían ser mucho mayores. Entonces quedamos como amigos. Dos días después de nuestra charla, él tenía novia y a mí me dio mucho gusto por él.

Entonces una hace lo único que puede hacer, seguir adelante. Di algún otro traspié enamorándome de un profesor y de otro chico con los que vislumbrar siquiera una relación era más que imposible, irrisorio. Y entonces llegó el mes de agosto y recibí una llamada telefónica de J, presuntamente desde Londres (ya sabía yo por un amigo mío que J había viajado al Viejo Continente). En resumen el hombre llamó para decirme que ahora (a un año y medio de haber terminado la relación) se daba cuenta de la gran mujer que soy y de todo lo que le di cuando estuvimos juntos; me ofreció pagarme un viaje a Europa a manera de agradecimiento y me preguntó si es que me casaría con alguien como él. Agradecí lo primero, decliné lo segundo y negué rotundamente lo tercero y, terminada la llamada, no volví a saber de él, al menos no por él.

Conocí entonces a alguien más y empezamos a salir. Como es su costumbre, sólo que ahora antes de la fecha indicada A reapareció, después de diez meses de silente ausencia, a través de un mail en el que me contaba que acababa de ser papá de gemelos y que su vida era color de rosa. Inmediatamente respondí, entusiasmada con mis mejores deseos y múltiples felicitaciones solicitando que me enviara las fotos de los hermosos bebés y la afortunada mamá. A vuelta de mi correo me hizo saber que lo que me había dicho con anterioridad era broma, que estaba soltero y preguntaba por mí y mi familia. Le conté entonces como iba todo y lo bien que estaba yo ahora que salía con un chico. Entonces a fin de año hizo su viaje anual a México y coincidió que, estando él de visita en mi casa, me viera llegar con el chico con el que salía. Entonces arremetió contra él una broma tras otra (lo bueno es que el chico no se lo tomó a mal en absoluto) y una vez que lo despedí, A tomó mi mano, miró la palma y sentenció: no llegas a principio de año con ese tipo. Era diciembre.

Tiempo después de la visita de A, mientras yo seguía saliendo con la misma persona, en una ventana de mi Messenger B (después de tanto de no saber nada de él), me escribe un mensaje que decía algo así como: he estado pensando mucho en ti, encontré la carpeta donde guardo los poemas que me escribiste y la foto que me regalaste… no hubo necesidad de que respondiera nada, porque cuando él lo escribió yo ni siquiera estaba frente al monitor y, aunque hubiera querido responder, él ya se había desconectado. Pero, de alguna manera me pareció desconcertante su repentina y fugaz reaparición. ¿Para qué diablos venía a escribirme eso, y precisamente ahora?

Seguía yo ilusamente feliz con el mismo chico cuando C volvió a la carga saludándome en los pasillos de manera muy efusiva y buscando conversaciones vía Messenger, en una de las cuales terminó diciéndome que me quiere, que siempre me ha querido, que no me ha podido olvidar ni a pesar del más de un año que tenía con su chica, que ya la había dejado y que pretendía retomar lo nuestro. Entonces hice las aclaraciones pertinentes, expliqué que yo estaba con alguien, ofrecí mi amistad, no más y él me dijo que algún día… que la vida da muchas vueltas y terminé diciéndole que por el bien de nuestra amistad, lo mejor era no volver a hablar del pasado.

Pero sin duda el hecho que me tiene más sorprendida y que me ha orillado a escribir este mega post es U. Lo conocí por Internet hace casi dos años. En aquél entonces mi agenda era de locos, trabajo, servicio social y anexos. Hablábamos por teléfono, intercambiábamos algunos mensajes de texto y charlas en el messenger, pero no encontrábamos aún un día para vernos. Entonces él empezó a presionar y yo por fin le di una cita, mi única tarde libre. Un domingo. Por la mañana había organizado un desayuno sorpresa para York, por su cumpleaños y a él lo vería en la tarde, tenía disponibles unas tres horas para el encuentro. Pero ocurrió un imprevisto, le llamé para contarle de mi amigo en crisis, para ver si era posible posponer la cita y él hizo mutis. Después dijo que sí, que me fuera con mi amigo, en un tono de molestia. Le agradecí. Tuve la cortesía de llamarle después y él terminó la llamada a menos de cinco minutos de haber levantado el auricular. No llamé más, él tampoco. El viernes pasado recibí una llamada a mi celular mientras comía-cenaba con Perla y Alejandra. Era U para preguntarme cómo estaba y qué planes tenía para el fin de semana, así, como si no hubieran pasado un año y tres meses después de la última vez que le llamé. Así, a través de una llamada pretende volver a mi vida; y sí, vuelve cuando ya es demasiado tarde.

York se ha empeñado en decir que somos seres cíclicos. En ese caso, supongo que mi ciclo es el siguiente: conocer chico, interesarme, enamorarme, salir lastimada, darme cuenta de que no tiene caso seguir ahí, rompimiento (despedida, término, finiquito del asunto o genérico intercambiable), periodo de ausencia, duelo, momento de retomarme, conocer chico, interesarme, enamorarme, chico del pasado que hace acto de presencia, yo diciéndole que llega demasiado tarde, empeño en que las cosas funcionen con el chico actual, darme cuenta de que no hay futuro, rompimiento

Si la teoría de York es cierta hay un par de personas que se irán de mi vida; y otro par que está por volver y, respetando el ciclo, volverán demasiado tarde.

No, yo me rehúso a creer que somos cíclicos porque mi panorama particular se presenta bastante jodido. ¿Y tú? ¿crees que somos una rueda de la fortuna, que recorremos una y otra vez el mismo sitio? ¿que nunca llegaremos a ningún otro lugar?

La canción de hoy es: Volver, volver, de A.Z. Maldonado

lunes, septiembre 25

Me gusta

Apelando al positivismo, me he puesto a pensar en todas las cosas que me gustan y he hecho esta lista para tenerlas presentes. Las comparto con quien quiera leerlas. Y si quieren dejar comentarios, adelante por favor.

Lo que me gusta:
  1. Compartir tiempo con mis amigos
  2. Ver una buena película
  3. Disfrutar de un libro
  4. Los besos
  5. Reírme hasta que me duela la panza
  6. Hacer que alguien sonría
  7. Que alguien reconozca mi trabajo
  8. Las piñas coladas y los martinis cosmopólitan
  9. Los piropos espontáneos
  10. Que mis amigos sepan que pueden contar conmigo
  11. Mi tiempo conmigo
  12. Mis sueños (más cuando se vuelven planes)
  13. Que me quieran como soy
  14. Conocer nuevas personas
  15. Cuidar a mi sobrina
  16. Escribir
  17. Las tardes de chicas
  18. Las charlas telefónicas hasta entrada la madrugada
  19. Mi perfume
  20. Abrazar a alguien que tengo mucho tiempo sin ver
  21. Cenar con mi mamá
  22. Tener noticias de los amigos que veo poco (más si son buenas)
  23. Joaquín Sabina, Miguel Bosé
  24. Leer un montón de blogs
  25. Ver TV con mi hermana
  26. Que alguien deje un comentario en mi blog
  27. Enviar (y recibir) mensajitos de texto nada más para compartir el momento con alguien más
  28. Que las personas que quiero sean felices
  29. Jhon Irving, Julio Cortázar
  30. Los buenos recuerdos que diluyen el sinsabor de la ausencia
  31. Saber que se puede ser feliz; querer serlo.

    P.D. No sé por qué, pero mi adicción a los Gansitos Marinela, ha desaparecido.

martes, septiembre 19

De tiempo y dolor

Comparto la sabiduría de Chilo con ustedes.

A ti, querido Chilo, gracias por tus palabras, por tu presencia, por todo lo que eres y significas en mi vida.

...también es cierto que el tiempo no cura nada, el tiempo no es un doctor…
los dolores del alma no se curan, se consuelan… hasta que se acaban las lágrimas
y uno termina por olvidar el motivo del llanto, entonces dejamos de llorar y
buscamos otro motivo para sufrir. Un círculo vicioso.

lunes, septiembre 18

Compañía


Que yo defina la palabra COMPAÑÍA en una imagen, sería algo más o menos así. Alguien que está allí, contigo, para ti, porque sí, dándote esa seguridad.

viernes, septiembre 15

Flores a domicilio

Hace días llegaron unas flores a la oficina. Y fue inevitable recordar que hace años ningún chico me regala una flor con fines románticos. Obviamente, aquél arreglo floral no era para mí -era simple deducirlo: las flores eran para Karina- pero no puedo negar que sentí emoción al recibirlas, porque la destinataria, no estaba de momento en la oficina.

A la salida, en el elevador, mientras ella llevaba a cuestas el enorme arreglo floral que las mujeres veían inevitablemente con recelo mientras decían “pero qué lindas flores”, “qué afortunada eres”, “seguro que tú y tu marido están de lo más enamorados”, ella explicaba que era su segundo aniversario. Entonces alguien, el único hombre presente ha comentado: seguro que se ha portado mal tu marido, ¡eh!. Y entonces Karina sonríe y él entiende que ha hecho un comentario desagradable y trata de enmendar con unas cuantas palabras mal hilvanadas.

Lo triste es que aquél hombre no se equivocaba. Karina festejaba su segundo aniversario de bodas y, al igual que el primero, este festejo venía junto con una gran pelea que, en alguno de los puntos, incluyó la palabra divorcio.

¿De qué sirve entonces que te manden flores y chocolates; bombones y globos? ¿qué caso tiene que los tipos sean unos completos patanes contigo y luego te llenen el auto de post-it diciendo “te amo” o “perdón”? ¿por qué pueden quedar excusados de haberte lastimado, con una llamada al celular en mitad de la madrugada cuando se les han pasado las copas y llaman para cantarte Tú de qué vas de Franco de Vitta?

Todo esto me lleva a una nueva pregunta más: ¿acaso es peor, entonces, que hagan todo tipo de estupideces y que no te manden flores, chocolates, bombones, globos, post-it o llamadas de inspiración etilico-musical?

martes, septiembre 12

Dolor nuevo

Se puede encontrar dolor nuevo cada vez que
descubres lo que ya sabías de antemano


Stendhal

Realismo trágico

Él dice: Esta vida apesta

Yo digo: ¿Nos damos un tiro y probamos con la que sigue?

Él dice:
Quien sabe... igual y nos va peor

Estoy de acuerdo...

Mudanza


¡Me he mudado!

Después de unas complicaciones con el blog anterior http://retratosdeinsomnio.spaces.live.com Me he mudado al blogger para poder actualizar con más frecuencia y con la finalidad de poder agregar fotos al blog.

Hay quien dice que los cambios son buenos y en esta etapa de mi vida los hay y muchos, así que, heme aquí. Ya veremos que tan bien nos va, ojalá que mis fieles lectores (que son no más de tres) estén por aquí, haciendome compañía.