Señor: Buenas tardes, disculpe, ¿sabe usted de alguna agencia de modelos por aquí?
Yo: Claro, -dije yo después de hacer memoria por unos segundo- hay una en la siguiente avenida casi llegando al final de la cuadra
Señor: No, esa no es, me dijeron de una que estaba por Chapultepec
Yo: No, esa agencia no la conozco -como si supiera yo mucho de agencias de modelaje-
Señor: Ah... ¿de casualidad tiene usted amigas a las que les interesaría modelar?
Yo: -haciendo repaso mental de las 5 amigas que tengo en la vida- No, no creo que mis amigas estén interesadas
Señor: ¿Y a ti te interesaría modelar?
Yo: entre sonrojada y entusiasmadísima ¡Por supuesto!
Y ahora creo firmemente que seré famosa y el mundo conocerá mi belleza y me volveré millonaria y algún actor/músico/modelo/o-cualquier-genérico-intercambiable se enamorará de mí y seré(mos) feliz para siempre...
Ya en serio, después de la pregunta del caballero-caza-talentos hice un enorme esfuerzo para contener la risa, ¡qué digo risa!, la carcajada monumental que amenazaba con escapárseme y le dije amablemente que no, no me interesa ser modelo... no por ahora.
4 comentarios:
¿y porque no?
Que manera tan original de cazar talentos.
una vez me preguntaron eso cuando transitaba por los parques floridos, un diciembre, en el sueño de una amiga
besos
mamá
El talante, padre “biológico” del talento, ha acabado siendo su nieto adoptivo. En efecto, de la palabra griega talanton (tálanton; ac. pl. tálanta) se formó el latín talentum (ac. pl. talentos), y de ésta, las dos variantes talento y talante, que si bien tienen ambas larga historia en las lenguas románicas, esta segunda forma está en su uso y significado actualizado bajo sospecha de galicismo, porque es la misma y única forma talent (pronunciado talante) la que se ha constituido en variante de nuestro talento, que pronunciado a la francesa queda en talante.
El talento tiene hoy la gloria de lo genuino (de aquello con que se nace, de la cualidad innata), mientras el talante ha quedado relegado a la condición de actitud o voluntad sujeta a variación. En efecto, cualquier diccionario al uso nos define el talento como una cualidad innata de orden intelectual; al talante en cambio lo define como aire (esprit), modo de hacer, actitud. Así al talento se le coloca en el orden del ser, y al talante en el orden del estar. Existe el buen o el mal talante, igual que el buen o mal humor, pero no el buen o el mal talento.
Volvamos al origen de la palabra y del significado. El talanton (tálanton) griego es el platillo de la balanza, y metafóricamente su contenido, a lo que se pesa. De ahí que a las monedas más apreciadas (tan bien pesadas que constituían por sí mismas unidades de peso: 50 libras) se las llamó talentos (talanta (tálanta); en latín, talenta). Hay que decir que a la hora de cuantificar el talento se le dio el máximo valor en el sistema monetario. En Atenas tenía un valor de 60 minas, que en moneda griega equivalían a 6.000 dracmas y en moneda romana a 24.000 sestercios. Y aún hubo un talentum magnum o maius que alcanzó el valor de 83 minas. De ahí que Plauto pudiera presentar en sus comedias personajes con gran talento, es decir de gran riqueza. Hay que dejar claro que ni la lengua latina ni la lengua griega van más allá en el significado de talento, es decir, que ni se acercan al valor actual de esta palabra.
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