martes, marzo 5

Displicente


Sin saber cómo                      o por qué 
te arrastras ahí  de manera insospechada 
                                   hasta mis sueños. 

No sé si vuelves o es que sigues estando. 

Pero tu sombra se aferra casi con sutileza 
                                al oleaje de mis días. 

No sé si te quiero aún,
lo cierto es que no quiero quererte. 

Surges                 displicente, 
como si no hubieses hecho ya bastante 
                                    daño. 

Te sumerges                  discretamente 
           en el oleaje de mi cotidianeidad. 

Y quiero desterrarte de mi presente. 
                         Borrarte de mi ayer. 

Apelar al milagro que te conduzca 
                    al camino sin retorno; 
que te condene al olvido irrevocable. 

                           Me quiero libre de ti
del eco de tu tacto   del roce de tu voz. 

           Si bastara con ya no necesitarte
con maldecirte                    con odiarte
                                         con matarte.

martes, febrero 12

14 de febrero


No me había dado cuenta -a veces el trabajo me brinda esta capacidad de alienación- pero hoy alguien tuvo a bien hacer mención del 14 de febrero, no como un día en el calendario, sino como el festejo –por llamarlo de alguna manera-  del amor y la amistad.

No me declaro un grinch de este “festejo”, tampoco una detractora del mismo. No me interesa tomar por pretexto una fecha para salir por ahí y hacer manifestaciones afectivas públicas con la finalidad de que la fachada de mi vida romántica sea aprobada por otros. Tampoco se me da hacer celebraciones de corte privado por este motivo. Si acaso he escrito alguna tarjeta relativa a la fecha, más en tono de broma que de cursilería.

No obstante lo anterior, tampoco soy capaz afirmar que mantengo una postura de total indiferencia ante dicha celebración, sino más bien todo lo contrario. El famoso día de Cupido me colma de molestia cuando por las calles encuentro cientos y cientos de personas enganchadas en el consumismo y los lugares comunes. Globos con helio, ramos de flores, ositos –sí, en diminutivo-de peluche, chocolates y caramelos; además de la saturación de los moteles y la imposibilidad de conseguir mesa en un restaurante.

Así que, aficionados al día del “amor y la amistad”, sólo puedo decir que espero tener el privilegio de llegar pronto a casa ese día y no tener que topármelos por ahí con sus manifestaciones “románticas”.